El espejo roto: cómo los TCA están marcando la niñez y la adolescencia
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El espejo roto: cómo los TCA están marcando la niñez y la adolescencia

Nuestra compañera, Natalia Navarro, experta en trastornos de la conducta alimentaria en Cartagena, nos habla en este artículo acerca de como cada vez más niños y adolescentes muestran señales tempranas en este ámbito. Detectarlas a tiempo es clave para prevenir y cuidar su salud emocional y física.

Detectando los primeros indicios y comprendiendo los factores que los impulsan.

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) están apareciendo en etapas de desarrollo cada vez más vulnerables. La infancia y la adolescencia se han convertido en momentos especialmente expuestos a estas presiones.

Los pacientes que acuden a consulta suelen mostrar preocupación no solo por su relación con la comida o su cuerpo, sino también por sentirse atrapados en un entramado de autoexigencia, aislamiento y malestar emocional que refuerza los síntomas del TCA. Esta realidad queda reflejada en datos recientes: en el Hospital Niño Jesús de Madrid, entre el 20 y el 25 % de los ingresos por TCA corresponden ya a menores de 12 años, frente al 8 % de hace solo unos años.

La exposición constante a imágenes idealizadas, los comentarios sobre el cuerpo en el entorno cercano y la presión por encajar en determinados cánones estéticos favorecen que niños y niñas empiecen a preocuparse por su peso y forma corporal mucho antes de lo esperado. Tal y como señala Natalia Navarro:

“Cuando un niño de 10 u 11 años empieza a restringir su alimentación, a ocultar comidas o a mostrarse angustiado frente al espejo, no hablamos de un simple descontento corporal: hablamos de señales tempranas de un posible trastorno alimentario que requieren intervención profesional inmediata”.

Incluso cuando los síntomas de un TCA no cumplen todos los criterios diagnósticos, ya pueden generar sufrimiento, deterioro funcional y necesidad de atención psicológica (Yamamiya & Stice, 2024). De hecho, alrededor del 30 % de los casos con síntomas incipientes evolucionan hacia un trastorno completo. Esto nos recuerda que no debemos esperar a que la situación “empeore” para pedir ayuda: las señales tempranas importan.

Factores de riesgo en adolescentes

La investigación ha identificado varios factores que aumentan la probabilidad de desarrollar un TCA, incluso antes de que aparezcan los síntomas completos:

  • Insatisfacción con el propio cuerpo: percepción negativa de la imagen corporal desde edades tempranas.
  • Interiorización del ideal de delgadez: creer que la delgadez extrema es sinónimo de éxito o belleza.
  • Miedo a engordar y dietas restrictivas: intentos de controlar el peso que pueden derivar en conductas peligrosas.
  • Dificultades emocionales y de relación: el malestar emocional y los conflictos interpersonales pueden llevar a usar la comida como forma de regulación.
  • Modelos familiares y sociales poco saludables: patrones de alimentación y actitudes frente al cuerpo aprendidos de familiares, amigos o redes sociales.

Estos factores interactúan y, en algunos casos, se potencian entre sí. Como explica Natalia Navarro, psicóloga en Mens Sana Cartagena:

“La presión social por encajar en un ideal de delgadez puede generar insatisfacción corporal y dietas restrictivas, que a su vez provocan malestar emocional y aislamiento, creando un círculo que favorece la aparición de TCA”.

Prevención e intervención

De esta forma, la prevención no solo pasa por detectar conductas problemáticas, sino también por trabajar de manera integral:

  • La relación con el cuerpo y la comida: promover una imagen corporal positiva y hábitos saludables.
  • El desarrollo emocional y regulación del malestar: enseñar estrategias que no impliquen conductas alimentarias peligrosas.
  • El apoyo social y familiar: fortalecer vínculos y promover modelos de conducta saludables.

En el espacio terapéutico, el enfoque integrador es esencial: no se trata solo de intervenir sobre los síntomas visibles, sino también de abordar los factores de riesgo subyacentes y de reforzar los recursos personales y familiares que pueden marcar la diferencia en la prevención de un trastorno completo.

Bibliografía

Giovio, E. (2024, 24 de diciembre). Los trastornos de conducta alimentaria golpean a los menores de 12 años: “Es horrible, ves a tu hija muy mal y no sabes qué hacer”. El País. https://elpais.com/sociedad/2024-12-24/los-trastornos-de-conducta-alimentaria-golpean-a-los-menores-de-12-anos-es-horrible-ves-a-tu-hija-muy-mal-y-no-sabes-que-hacer.html

Yamamiya, Y., & Stice, E. (2024). Risk Factors That Predict Future Onset of Anorexia Nervosa, Bulimia Nervosa, Binge Eating Disorder, and Purging Disorder in Adolescent Girls. Behavior therapy, 55(4), 712–723. https://doi.org/10.1016/j.beth.2023.10.002

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