– El trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es uno de los trastornos más comunes en la niñez y puede continuar hasta la adolescencia y la edad adulta. Los síntomas incluyen dificultad para concentrarse y prestar atención, dificultad para controlar la conducta e hiperactividad (actividad excesiva).
Existen tres tipos de TDAH:
- Predominantemente hiperactivo-impulsivo (T.D.A.H.)
- Predominantemente inatento (T.D.A.)
Los niños que padecen este tipo son menos propensos a demostrarlo o tienen dificultades para llevarse bien con otros niños. Puede que estén tranquilos, pero no quiere decir que están prestando atención a lo que están haciendo. Por lo tanto, la conducta del niño puede ser pasada por alto y los padres y maestros puede que no noten que el niño padece del TDAH.
Combinación hiperactivo-impulsivo e inatento
Los tratamientos pueden aliviar muchos de los síntomas del trastorno. Con tratamiento, la mayoría de las personas que padecen del TDAH pueden tener éxito en la escuela y vivir vidas productivas.
La inatención, la hiperactividad y la impulsividad son los comportamientos clave del TDAH. Es normal que los niños a veces no presten atención o sean hiperactivos o impulsivos, pero en los niños con el TDAH, estas conductas son más severas y ocurren con más frecuencia. Para recibir un diagnóstico de este trastorno, un niño debe tener síntomas durante seis meses o más y en un grado mayor del que presentan otros niños de la misma edad.
Los niños que tienen síntomas de inatención pueden:
- Distraerse fácilmente, no percibir detalles, olvidarse de las cosas y con frecuencia cambiar de una actividad a otra.
- Tener dificultad para concentrarse en una sola cosa.
- Aburrirse con una tarea después de tan solo unos minutos, excepto que estén realizando una actividad placentera.
- Tener dificultad para concentrarse en organizar y completar una tarea o en aprender algo nuevo.
- Tener problemas para completar o entregar tareas; con frecuencia, pierden las cosas (p. ej., lápices, juguetes, asignaciones) que se necesitan para completar las tareas o actividades.
- Parecen no escuchar cuando se les habla.
- Sueñan despiertos, se confunden fácilmente y se mueven lentamente.
- Tienen dificultad para procesar información de forma rápida y precisa como los demás.
- Tienen dificultad para seguir instrucciones.
Los niños que tienen síntomas de hiperactividad pueden:
- Estar inquietos en sus asientos.
- Hablar sin parar.
- Ir de un lado a otro, tocando y jugando con todo lo que está a la vista.
- Tener problemas para sentarse y estar quietos durante las comidas, la escuela y cuando se les lee cuentos.
- Estar en constante movimiento.
- Tener dificultad para realizar tareas o actividades que requieren tranquilidad.
Los niños con síntomas de impulsividad pueden:
- Ser muy impacientes.
- Hacer comentarios inapropiados, mostrar sus emociones sin reparos y actuar sin tener en cuenta las consecuencias.
- Tienen dificultad para esperar por cosas que quieren o para esperar su turno en los juegos.
- Interrumpen con frecuencia conversaciones o las actividades de los demás.
El TDAH puede confundirse con otros problemas. Los padres y maestros puede que no se den cuenta de que los niños con síntomas de inatención padecen este trastorno, dado que más a menudo son callados y son menos propensos a manifestarlo. Puede que se queden tranquilos, aparentando hacer sus deberes, pero a menudo no están prestando atención a lo que están haciendo. Puede que se lleven bien con otros niños, en comparación con quienes padecen otros tipos del trastorno, quienes suelen tener problemas sociales. Pero los niños que padecen el tipo de TDAH de inatención no son los únicos cuyos trastornos pueden pasar inadvertidos. Por ejemplo, los adultos pueden pensar que los niños con los tipos de hiperactividad e impulsividad solo tienen problemas emocionales o de disciplina.
Se usan diferentes tipos de psicoterapia para tratar el TDAH. La terapia conductual tiene como objetivo ayudar a un niño a cambiar su conducta. Puede implicar ayuda práctica, como ayudar a organizar tareas o completar el trabajo escolar, o superar eventos emocionalmente difíciles. La terapia conductual también le enseña al niño cómo monitorizar su propia conducta. Aprender a darse elogios o premios por actuar de una manera deseada, como controlar la ira o el pensar antes de actuar, es otro de los objetivos de la terapia conductual. Los padres y maestros también pueden expresar comentarios positivos o negativos para ciertas conductas. Asimismo, normas claras, listas de tareas y otras rutinas estructuradas pueden ayudar que un niño controle su conducta.
Los terapeutas pueden enseñarles a los niños habilidades para socializar, como de qué manera esperar su turno, compartir juguetes, pedir ayuda o responder a burlas. Aprender a leer las expresiones faciales y el tono de voz en otras personas y cómo responder de manera adecuada puede ser parte también de la capacitación en habilidades para socializar.
Algunos niños que padecen del TDAH continúan teniendo el trastorno cuando son adultos. Y muchos adultos que tienen el trastorno no lo saben. Pueden sentir que es imposible organizarse, mantener un empleo o recordar y cumplir con citas. Las tareas diarias, como levantarse por la mañana, prepararse para ir al trabajo, llegar al trabajo puntualmente y ser productivo pueden ser especialmente difíciles para los adultos que padecen del TDAH.
Estos adultos pueden tener antecedentes de fracasos escolares, problemas en el trabajo o relaciones difíciles o frustradas. Muchos pueden haber tenido múltiples accidentes de tránsito. Al igual que los adolescentes, los adultos que padecen del TDAH pueden parecer inquietos e intentar hacer varias cosas a la vez, la mayoría sin éxito. También tienden a preferir «soluciones rápidas» en lugar de seguir los pasos necesarios para lograr mejores recompensas. En muchas ocasiones, pueden llegar a consulta porque han ido desarrollando un trastorno de ansiedad concomitante.
Al igual que los niños, los adultos que sospechan que padecen del TDAH necesitan ser evaluados por un profesional de la salud mental. Para detectar el TDAH, el profesional puede que necesite considerar una amplia gama de síntomas al evaluar a adultos, dado que sus síntomas tienden a ser más variados y posiblemente, no tan definidos como los que se presentan en los niños.
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