¿Persiste el tabú de ir al psicólogo?
Desde nuestra clínica de psicología en Cartagena queremos dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Persiste el tabú de ir al psicólogo?
Afortunadamete, la vista a un psicólogo/a se ha ido normalizando en nuestra sociedad con el paso de los años. Casi puede decirse que integrando en nuestro día a día como una necesidad más de atención profesional que precisa ser atendida. Tanto de manera ocasional como recurrente. Visitar al psicólogo no debería generar más vergüenza o incomodidad que visitar al podólogo, o al callista. Aunque a veces no sea así. Especialmente si hablamos de visitar una consulta de psicología en entornos algo más reducidos, o en una ciudad de con pocos habitantes.
Sin embargo, los profesionales de la psicología han recuperado parte de su ascendiente, debido, especialmente a la pandemia. Y a las muchas necesidades asistenciales que esta ha generado. No solo en el tratamiento de las consecuencias directas del confinamiento, entre las que la ansiedad ha ocupado un lugar destacado. Nadie parece dudar hoy de que la salud mental es tan importante como la física. De hecho, la Organización Mundial de la Salud tiene el 10 de octubre como el Día Internacional de la Salud Mental, utilizando la frase : “No hay salud sin salud mental”.
De ahí las recomendaciones constantes para atender nuestro estado emocional y mental y cuidarnos a nosotros mismos y a los demás. Todos deberíamos ir al menos una vez al mes, al igual que vamos al dentista o cualquier otro profesional ya que nuestra salud mental es una prioridad. Pero, especialmente deberíamos visitarlo solo ante la duda de si nos servirá de algo. Pues el hecho de plantearnos esta pregunta es un indicativo muy poderoso de que algo podemos mejorar.
Las excusas para postergar la visita a un psicólogo
Muchas personas se ven empujadas a la consulta cuando sus problemas han desbordado ya ciertos límites. O cuando se han enquistado debido al paso del tiempo. La atención temprana también es muy aconsejable en psicología. Y ahí no podemos depender de que nuestra red de apoyo familiar o social nos empujen. Somos nosotros quienes debemos asumir la responsabilidad de buscar medios de superar problemas a los que nunca suele ser bueno enfrentarse solo.
El estigma social
La vergüenza o el miedo al qué dirán ya no parece una justificación muy extendida como ya comentábamos. Muchas veces es el propio agravamiento de la situación mental o emocional la que distorsiona nuestra capacidad de juicio a la hora de pedir ayuda. Otras veces, la desinformación.
La incapacidad para aceptar ayuda
Sin embargo, la autosuficiencia suele ser una excusa muy socorrida. “Yo puedo superar esto o solo necesito que…” son frases que a veces podemos decirnos interiormente. Pero enmascaran una conclusión bastante lógica. Aunque algunas veces pensemos que ciertos problemas que nos generan intestabilidad, malestar o desazón, como una aparentemente poca importancia, podemos resolverlos sin recurrir a profesionales, la pregunta sería. ¿Y si no podemos?
Y aunque así fuera ¿para qué sufrir de más? Con la ayuda psicológica no se garantiza la desaparición de todos los males. Pero una asistencia adecuada y un acompañamiento profesional siempre suelen arrojar resultados positivos en el medio y largo plazo casi siempre.