¿Qué es la fatiga decisional?
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¿Qué es la fatiga decisional?

Desde nuestra clínica de psicólogos en Cartagena os traemos un artículo acerca de ¿Qué es la fatiga decisional?

Existe una buena razón por la cual Steve Jobs, Angela Merkel y Barack Obama vestían casi siempre igual: evitar la fatiga decisional. Usar el mismo estilo cada día les ahorraba tomar decisiones intrascendentes que podían agotar su capacidad para resolver cuestiones más importantes.

Según un estudio realizado en la Universidad de Cornell, no andaban desacertados. Cada día tomamos una media de 35.000 decisiones, de las cuales 226 están relacionadas con la comida. No obstante, lo cierto es que muchas veces tomamos esas pequeñas decisiones sin ser plenamente conscientes de ellas.

No prestar suficiente atención a esas pequeñas decisiones cotidianas puede llevarnos a vivir en piloto automático, pero prestarles demasiada atención conduce a la fatiga decisional, de manera que nos enfrentamos a un dilema que necesitamos resolver.

¿Qué es la fatiga decisional?

Nuestro cerebro no es capaz de establecer una distinción clara entre las decisiones significativas e importantes de la vida y aquellas más intrascendentes, de manera que ambas pueden llegar a generar la misma preocupación, estrés y dudas. Cuando se acumulan muchos asuntos sin resolver, podemos sufrir una fatiga decisional.

La fatiga decisional o fatiga cognitiva es un fenómeno psicológico que se descubrió por primera vez en personas que sufrían déficits cognitivos debido a un problema neurológico, trauma, trastorno del desarrollo o lesión cerebral. Los psicólogos comprobaron que cuando estas personas debían enfrentarse a las decisiones cotidianas, solían cansarse más que la gente común.

Concluyeron que nuestra “capacidad cognitiva” es limitada, de manera que cuantas más decisiones tengamos que tomar, más agotaremos nuestros recursos. Por tanto, la fatiga decisional se produce cuando sufrimos una sobrecarga cognitiva y emocional tras tomar múltiples decisiones, de manera que muchas de las decisiones que tomemos a partir de ese momento no serán óptimas.

Como resultado, terminamos sufriendo un cansancio mental similar al agotamiento físico que se convierte en un foco de estrés, frustraciones y arrepentimientos. Esa es una de las razones por la cual, al final del día, solemos tomar peores decisiones que por la mañana, cuando tenemos la mente despejada.

¿Quiénes son más propensos a sufrir la fatiga decisional?

Las investigaciones psicológicas han desvelado que nadie es inmune a la fatiga decisional. Este problema se ha apreciado lo mismo en los jueces que realizan múltiples audiencias de libertad condicional que en los editores de revistas que revisan los manuscritos enviados y los trabajadores de control de tráfico aéreo.

No obstante, también se ha apreciado que algunas personas son más propensas que otras a sufrir fatiga decisional:

  • Quienes asumen estrategias de afrontamiento evitativas suelen caer en la procrastinación, de manera que las decisiones se les acumulan y tienen más probabilidades de desarrollar una fatiga por decisión.
  • Quienes asumen un comportamiento pasivo tras la toma de decisión, de manera que estas quedan sin efecto puesto que no llegan a llevarse a la práctica, como constató un estudio realizado en la Universidad de Minnesota. Así la toma de decisión se convierte en un proceso inútil que solo sirve para gastar energía mental sin resolver problemas prácticos.
  • Quienes padecen “miopía psicológica”, que es la tendencia a concentrarse en la información directamente relacionada con una decisión e ignorar los datos de fondo. De esa manera, las personas sopesan inadecuadamente sus alternativas, valorando de manera desproporcionada las pérdidas potenciales sobre las posibles ganancias, lo cual les conduce a volver sobre sus decisiones una y otra vez, provocando una enorme fatiga.

Las insospechadas consecuencias de la fatiga decisional

Las personas que experimentan fatiga decisional son más propensas a desarrollar comportamientos impulsivos y a tomar decisiones precipitadas debido a la presión psicológica que experimentan. El hecho de que su capacidad de razonamiento esté afectada a menudo les hace ver las cosas desde una perspectiva sesgada y tomar peores decisiones.

Un estudio realizado en la Universidad Católica de Lovaina descubrió que la fatiga decisional también puede hacer que experimentemos las situaciones, problemas y conflictos con mayor intensidad, de manera que las frustraciones y contratiempos cotidianos nos resultan mucho más irritantes de lo que son en realidad.

La fatiga decisional también afecta nuestro desempeño, volviéndonos más lentos y haciendo que cometamos más errores. Por último, psicólogos de la Universidad de Minnesota comprobaron que este estado incluso disminuye nuestra resistencia física, volviéndonos más sensibles y disminuyendo nuestra tolerancia al dolor.

¿Cómo combatir la fatiga decisional?

1. Aprender a distinguir lo urgente de lo importante

Dwight Eisenhower, el general encargado de planificar las operaciones militares del desembarco de Normandía, tuvo que tomar muchas decisiones difíciles. Cuentan que su secreto era comprender que “lo que es importante casi nunca es urgente y lo que es urgente casi nunca es importante”. En práctica, se trata de diferenciar aquellas decisiones realmente importantes que demandan más recursos cognitivos de los sucesos imprevistos que se revisten de urgencia pero que en realidad no son tan trascendentales. De esta manera podremos repartir nuestros recursos cognitivos según lo demande la situación.

2. Disminuir el número de decisiones diarias

No se trata de vivir en piloto automático, sino de concentrar nuestra energía mental en aquello que realmente cuenta y puede marcar la diferencia. Una manera de hacerlo consiste en automatizar las decisiones más intrascendentes que tomamos cada día. Piensa, por ejemplo, en todas las pequeñas decisiones que tomas de manera repetida y simplemente déjalas “programadas” para reservar tu energía para decisiones más importantes. Así no tendrás que encontrarte en la misma encrucijada una y otra vez. Crear rutinas prácticas que te hagan sentir bien y te quiten un peso de encima es una excelente estrategia para eliminar esas decisiones.

3. Toma las decisiones importantes a primera hora de la mañana

A primera hora de la mañana solemos tener la mente más clara. El sueño ha nivelado y calmado las emociones del día anterior y aún no nos hemos enfrentado a los problemas de la nueva jornada. Nuestro cerebro está recargado y fresco, de manera que puede sopesar las diferentes opciones con mayor eficacia. Además, tomar decisiones apenas comience el día nos generará una sensación de eficacia que puede acompañarnos a lo largo de toda la jornada y nos permitirá comenzar el día sintiéndonos más ligeros.

Optimización sí, pereza cognitiva no

La fatiga decisional no debe convertirse en una excusa para no tomar decisiones ya que terminaríamos cayendo en los brazos de la procrastinación. La línea que divide la optimización del proceso decisional de la pereza cognitiva puede ser muy sutil y fácil de traspasar para caer en la dejadez y la desidia.

Debemos tener en cuenta que las rutinas y los hábitos agregan valor, pero la homogeneidad no. Seguir determinadas rutinas envía señales claras a nuestro cuerpo para que se prepare para la próxima acción y nos permite ahorrar una energía considerable.

Sin embargo, aplanar nuestros días conduce al embotamiento afectivo y la apatía, lo cual amenaza con vaciar de significado nuestra vida. No cambiar las rutinas que han dejado de funcionar o aplazar decisiones importantes por mera fatiga no nos hará más exitosos ni felices.

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