Consejos para corregir la conducta de niños rebeldes
Publicado en BlogFamiliaNiñez

Consejos para corregir la conducta de niños rebeldes

Desde nuestra área de psicología infantil en Cartagena, nuestra psicóloga infantil nos trae varios consejos para corregir la conducta de niños rebeldes.

Ningún padre se propone educar a un niño malcriado. Sin embargo, los bebés no vienen con un manual de instrucciones bajo el brazo, por lo que a menudo es necesario recurrir a nuestro instinto, lo cual no es siempre garantía de éxito.

No cabe duda de que la crianza es una de las tareas más complejas y desafiantes a la que nos enfrentamos a lo largo de la vida, por lo que es normal cometer errores que terminen reflejándose en el comportamiento infantil.

La buena noticia es que podemos rectificar esos fallos. Nunca es demasiado tarde para detectar qué estamos haciendo mal y reencauzar nuestras pautas educativas porque una educación demasiado protectora o permisiva puede tener consecuencias terribles, no solo para el desarrollo del niño sino también para la dinámica familiar.

Los padres deben tener presente que un niño malcriado no es un niño feliz, y su familia tampoco lo es. Por eso es fundamental aprender a detectar las primeras señales de peligro y ponerles coto lo antes posible.

¿Qué es un niño rebelde?

El niño rebelde no nace, se hace. Eso significa que es el resultado de un estilo de crianza demasiado permisivo. Un niño no se malcría por recibir amor, abrazos, mimos y cariño. Se malcría por la ausencia de límites y normas.

De hecho, aunque la etiqueta “malcriado” se le adjudica al niño, en realidad es tan solo el reflejo de una educación inadecuada en la que todos se pliegan a sus deseos. El niño rebelde es, por tanto, un pequeño que muestra una actitud prepotente, demandante y egocéntrica que le impide relacionarse de manera asertiva con los demás, lo cual termina afectando su desarrollo.

 

¿Cómo corregir a los niños rebeldes?

  1. Identifica los comportamientos a cambiar. Puede parecer una verdad de Perogrullo, pero no lo es. Muchos padres cometen el error de generalizar tanto que terminan echando en el mismo saco todos los comportamientos infantiles. Al colocar la etiqueta de “hijo malcriado” lo que haces es reforzar los comportamientos problemáticos. Por eso, el primer paso para corregir a un niño malcriado consiste en identificar los comportamientos a cambiar y, sobre todo, los comportamientos positivos a reforzar.
  2. Deja de excusarle. No minimices el mal comportamiento de tu hijo. No justifiques sus rabietas diciendo “es cosa de niños” ya que ello le alentará a mantener ese patrón de comportamiento. Tampoco es conveniente que pidas disculpas en su lugar cuando comete algún error. Debe aprender a responsabilizarse por su comportamiento y asumir las consecuencias por lo que, en vez de excusarte en su lugar, anímalo a pedir disculpas. Asumir los errores es el primer paso para madurar y abandonar la postura egocéntrica.
  3. Establece reglas consistentes. Para que un niño malcriado deje atrás sus malos hábitos y construya otros nuevos y más adaptativos, debes indicarle el camino estableciendo una serie de normas. Debes aplicar esas reglas sin importar dónde ha tenido lugar el acto de falta de respeto. Lo más importante es ser consistente porque si el niño nota que unas veces aplicas las normas y otras no, se sentirá confuso y le resultará más fácil seguir comportándose mal que esforzarse por desarrollar una buena conducta.
  4. Especifica. No reprendas al niño, reprende el comportamiento. No digas frases como “eres un hijo malcriado”. Especifica lo que no te ha gustado y cómo debería haberse comportado. Puedes decirle, “en esta casa no se alza la voz”, de manera que no solo indiques el mal comportamiento, sino que también le hagas notar lo que esperas de él.
  5. Permite que los otros adultos lo regañen. En el pasado, era normal que los maestros y adultos regañaran a los niños cuando hacían algo mal. Ahora muchos padres lo desaprueban y exigen ser ellos quienes regañen al niño. Sin embargo, no hay nada malo en que otros adultos corrijan los malos comportamientos, siempre que lo hagan de manera adecuada y dentro de límites razonables. Eso le motivará a comportarse de manera más respetuosa en todos los contextos.
  6. Deja que afronte sus propios problemas. Muchas veces, un niño malcriado es un niño mimado y sobreprotegido. Los padres generalmente quieren evitarles problemas a sus hijos, pero convertirse en unos padres helicóptero no les hará bien, al contrario, les arrebatará oportunidades para poner a prueba sus habilidades y madurar. Por tanto, siempre que sea posible, deja que tu hijo resuelva los problemas por sí solo. Dale pequeñas ayudas, si las necesita, pero no resuelvas todo en su lugar.
  7. No interactúes cuando está enfadado. Nunca debes tolerar las respuestas groseras, pero no tiene mucho sentido intentar razonar con el niño cuando está demasiado enfadado. Explícale que solo le responderás cuando sea capaz de comunicarse de manera adecuada. En muchos casos, los comportamientos malcriados son una demanda de atención, por lo que dejar de prestarle atención a tu hijo cuando se enfada puede hacer que ese comportamiento se extinga pues comprenderá que no es una estrategia válida para lograr sus deseos.
  8. No permitas ningún tipo de chantaje emocionalMuchos padres, con tal de evitar las rabietas o el enfado de los niños, sobre todo cuando están en público, terminan cediendo a sus caprichos. Así solo logran reforzar el comportamiento negativo ya que el niño lo asumirá como una estrategia eficaz para lograr lo que desea. En su lugar, debes hacerle comprender que solo a través de la razón y la asertividad podrá lograr lo que quiere.
  9. Refuerza los buenos comportamientos. La mayoría de los padres cometen el error de castigar únicamente los malos comportamientos, olvidándose de brindar un modelo positivo a seguir. Por tanto, no olvides apreciar los buenos comportamientos del niño, hazle saber que comprendes y valoras el esfuerzo que está haciendo para cambiar.
  10. Disciplina con amor, controlando tus reacciones. No disciplines por vergüenza o enfado. Es posible disciplinar con firmeza pero desde el amor. No es conveniente que hagas sentir a tu hijo avergonzado ni que pierdas la calma. Recuerda que eres su modelo a seguir y, si le estás pidiendo que sea capaz de controlar sus emociones, debes demostrar que sabes gestionar las tuyas. Jamás condiciones el amor. Tu hijo debe saber que le amas.

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